¿Qué es el síndrome de Estocolmo?

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¿Puede una persona víctima de un secuestro generar una relación de complicidad e incluso encubrir a sus captores? La respuesta a este interrogante es sí y a esa extraña relación que una persona retenida en contra de su voluntad contrae con su secuestrador se la denomina Síndrome de Estocolmo.

Origen del síndrome de Estocolmo

En el siguiente informe entraremos en detalle en el mundo del síndrome de Estocolmo y analizaremos cuáles pueden ser sus causas y cuánto influye la situación de las víctimas en este fenómeno realmente fuera de lo común.

Cuenta la historia que el día 23 de agosto del año 1973 el banco de crédito de Estocolmo, Suecia sufre un intento de asalto que resultó fallido en el que los asaltantes, después de verse acorralados por la policía local deciden tomar de rehenes a cuatro personas, de los cuales tres eran mujeres y un solo hombre.

El atacante era Jean Erik Olsson, quién junto a un compañero, amenazó a estos rehenes con quitarles la vida e incluso los obligó a pararse con sogas alrededor de su cuello.

Pero aún enfrentando esta situación de cautiverio contra su voluntad, fueron los capturados quienes ayudaron a los dos raptores, protegiéndolos para que estos salgan con vida sin ser atacados por la Policía.

Los rehenes afirmaban que tenían confiaban y no temían frente al accionar de sus captores y que, más bien, les daba miedo lo que la Policía hiciera con ellos una vez que salieran de esa situación.

Otro hecho similar, pero con una consecuencia aún más curiosa ocurrió solamente un año después en esa misma ciudad, cuando la nieta del millonario empresario de los medios Willam Randolph Hearst, de nombre Patricia, es capturada por el Ejército Simbionés de Liberación y pasados unos meses de aquel episodio ella actuó en complicidad con los captores en el asalto a un banco.

La defensa en el juicio contra Patricia Hearst quiso utilizar esta extraña situación de complicidad secuestrador, capturado para absolverla, figurándola como un fenómeno psicológico llamado Síndrome de Estocolmo, en relación a estos dos casos, pero de todos modos, la joven actriz fue condenada

¿Qué es el síndrome de Estocolmo?

De las particulares situaciones ocurridas en esa ciudad sueca en la década de los 70s surgió el Síndrome de Estocolmo, que refiere a una especie de estado psicológico mediante el cual una persona secuestrada o retenida en contra de su propia voluntad termina relacionándose y haciéndose cómplice de su captor, e incluso hasta ayudarlos a que estos escapen de las autoridades que intentan llevarlo preso.

En el ambiente del psicoanálisis el síndrome de Estocolmo es visto como “un mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado” frente a un choque emocional que lo haga sufrir más de la cuenta.

En este caso, el tiempo que dura el cautiverio es favorable para el contacto muy estrecho entre el secuestrador y el secuestrado, generándose entre ellos empatía, sentimientos de identificación e incluso cierta atracción, que hará que el rehén intente encubrir y ayudar al captor en sus propósitos.

Causas del síndrome de Estocolmo

Si bien es muy difícil definir cuáles son las causas reales de que un rehén quiera ayudar a su captor a salir ileso a de una situación de tal calibre traumático, en el mundo del psicoanálisis concuerdan en que el principal motivo de esta causa común es el instinto de supervivencia.

La empatía entre estas dos personas en posiciones completamente diferentes se generaría entonces por un deseo común de salir ilesos de ese contexto en el que cualquier cosa puede suceder y quizás al captor no le genere tanto miedo la situación, pero el capturado temerá morir, por lo que en principio prefieren agradarle a su secuestrador, creyendo que esto los exenta del peligro.

Otro de los posibles factores de este extraño fenómeno tiene que ver con el desarrollo personal de la persona desde su infancia.

El niño puede percibir que su padre se enojó porque hizo alguna travesura y esto le genera congoja y sufrimiento, por lo que luego intentará portarse bien para evitar consecuencias mayores. En la situación extrema que puede significar un secuestro, este reflejo puede volver.

Ser tomado de rehén presupone una pérdida total en el control del capturado sobre sus actos, cosa que es difícil de asimilar, por lo que puede ser que se convenza a sí misma de que lo que está haciendo el secuestrador tiene algún tipo de sentido, motivo por el cual terminará identificándose con esa persona y con la causa del siniestro.

El comportamiento del secuestrador

En la mayoría de los casos en los que se produce entre síndrome de Estocolmo entre los capturados, estos no fueron agredidos ni física ni psicológicamente por sus captores, pero existen algunos pocos casos en los que sí estos fueron víctimas de violencia.

En esos casos suele suceder que las víctimas terminan sintiéndose agradecidas porque sus secuestradores no los hayan dañado seriamente o, incluso, no hayan acabado directamente con su vida y eso los pone en una situación de complicidad y amabilidad hacia la persona que los está manteniendo en cautiverio.

En conclusión, parece ser que el síndrome de Estocolmo responde más bien a una estrategia de supervivencia de un rehén frente a la situación traumática del abuso y la intimidación.

Sin ir más lejos, en el terreno de la psicología, una víctima de síndrome de Estocolmo suele ser tratada de la misma manera en que se trata un trastorno de estrés postraumático.

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